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sexta-feira, 4 de março de 2011

4 de marzo : SAN CASIMIRO, Confesor . 3 de marzo : SANTA CUNEGUNDA, Emperatriz de Alemania, Viuda

Bienaventurados los que tienen puro su corazón. porque ellos verán a Dios. (San Mateo, 5,8).
San Casimiro, rey de Polonia, vivió en castidad, y murió por conservar esta virtud. La meditación de los sufrimientos de Jesucristo, los cilicios, el ayuno y las otras austeridades, tales fueron los medios de que se valió para conservar un pureza angélica. Lleno de celo por la propagaci6n de la fe, persuadió a su padre a dictar una ley que prohibió a los rutenos cismáticos la construcción de nuevos templos y la reparación de los que quedaban en ruinas. Su caridad para con los pobres era inagotable. Anunció el día de su muerte, y dio su alma a Dios, a la edad de 23 años, en el año 1484.
MEDITACIÓN SOBRE
EL PECADO
I. El pecado mortal es el mal supremo del hombre; es preciso evitarlo a cualquier precio. Mantente firmemente resuelto a perder tus bienes, tu honra, tu salud, tu vida, antes que cometer un solo pecado mortal. ¿Estás dispuesto a ello? ¿Cuántas veces ofendes a Dios por un puntillo de honra, por un leve interés, por un placer transitorio?
II. La misma actitud debemos observar respecto al pecado venial, pues el pecado disgusta a Dios, y lo ofende. Sí, sería mejor dejar que perezca el mundo entero antes que proferir una mínima mentira. Es el sentir de todos los santos; ¿es también el tuyo? ¿Cuántos pecados veniales cometes por día? Ten cuidado, esas pequeñas enfermedades te predisponen insensiblemente para una enfermedad mortal. Nunca cometas ni siquiera un solo pecado venial deliberado.
III. No basta alejarse del pecado mortal y del pecado venial, es preciso, en la medida en que lo puedas, evitar hasta las menores imperfecciones, y seguir los consejos que Jesús nos da en el Evangelio. San Casimiro prefirió morir antes que abandonar el consejo evangélico de la castidad. ¡Cuán alejado estás tú de la guardia de los consejos, tú que apenas observas los mandamientos! Pon mucho cuidado en esto: el que no hace la que manda el Señor, en vano espera la que Él promete. (San Pedro Crisólogo).
La huida del pecado 
Orad por los que os gobiernan.
ORACIÓN
Oh Dios, que amasteis a San Casimiro con inquebrantable constancia en medio de los placeres de la corte y las seducciones del mundo, haced, benigna- mente, que por su intercesión vuestros fieles desprecien las cosas terrenas y suspiren sólo por los bienes del cielo. Por J. C. N. S. Amén.
Tomado de:

4 de Marzo

SANTA CUNEGUNDA, Emperatriz de Alemania, Viuda


3 de marzo

Queridísimos, os conjuro a que os abstengáis de los deseos de la carne, que combaten contra el alma. (1 San Pedro, 2,11).
Santa Cunegunda dio un espectáculo verdaderamente digno de los ángeles observando, en medio de las delicias de la corte, castidad perpetua con San Enrique su esposo. La calumnia se empeñó en hacer que su virtud se hiciese sospechosa ante los ojos de este príncipe; mas, Cunegunda, llena de confianza en Dios, probó su inocencia caminando descalza, sin quemarse, sobre rejas de arado calentadas al rojo. Después de la muerte de San Enrique, esta purísima paloma, se retiró a un monasterio como buscando asilo para su virginidad. Murió en el año 1039.
MEDITACIÓN SOBRE
LA CASTIDAD
I. Es muy difícil vivir castamente en medio de las delicias del mundo; no te creas que conservarás sin esfuerzo ese precioso tesoro de tu pureza. Serás atacado día y noche, en todo tiempo, en todo lugar, a toda edad de tu vida; mas, esta virtud, que te hace semejante a los ángeles, bien merece que se realicen los mayores esfuerzos para conservarla. Reguemos este hermoso lirio de nuestros desvelos, con nuestras lágrimas y nuestra sangre, si fuese necesario, antes que dejarlo marchitar.
II. Lo que es difícil para la fragilidad humana, se hace fácil con el auxilio del Cielo. Es verdad que nadie podría ser casto, si Dios no le diera esa gracia; pero Dios no deja de hacer esta merced a quienes se la piden y trabajan seriamente en su adquisición. Desconfía de ti mismo, humíllate, implora el auxilio del Cielo, y Dios te dará las gracias necesarias para someter la carne al espíritu. Evita sobre todo las faltas menores: todo es peligroso; el tesoro que llevas se encierra en vaso de arcilla: una nonada te lo puede hacer perder.
III. Huye prontamente de las ocasiones en las que peligra la santa virtud. Apenas San Enrique hubo dado su último suspiro, dejó Cunegunda la corte para refugiarse en un monasterio. Huye si quieres vencer; no te confíes en las victorias pasadas: basta una mirada para perderte; no eres más sabio que Salomón, ni más santo que David, que fueron vencidos por el demonio de la impureza. En fin, si el fuego de las pasiones arde en tus huesos, date prisa a apagarlo con el recuerdo del fuego eterno. (San Pedro Damián).
La castidad
Orad
por las vírgenes.
ORACIÓN
Escuchadnos, oh Dios nuestro Salvador, a fin de que la fiesta de nuestra Virgen Cunegunda, al regocijar nuestra alma, desarrolle en ella los sentimientos de una tierna devoción. Por J. C. N. S. Amén.
Tomado de:

 3 de Marzo

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